martes, 25 de agosto de 2009

TE MIRO, ME MIRAS

Gachi Prieto Gallery Contemporary Latin American Art
Agosto 2009
















La muestra colectiva que se presenta en Gachi Prieto Gallery, es inquietante y oportuna. Obra de artistas jóvenes, nacidos en la era de la imagen, espectadores por naturaleza, dan a ver su obra: rostros, retratos. Mujeres, niños y hombres en primerísimos planos, nos miran.
¿Por qué será que lo que vemos afuera nos mira adentro? Delante de un retrato, es imposible no sentirse levemente perturbado, porque de esos ojos pintados, abiertos o cerrados, algo vuelve, regresa, nos incumbe, finalmente: nos mira. Ese es el poder de la mirada, lo que el mirante le presta a lo mirado hasta permitirle decir “esto me mira”. El otro poder presente en toda la muestra, se erige oscilando entre presencia y ausencia: la memoria. Estos rostros despliegan en la retina del que mira, ahora, como entonces en la de quien miró/pintó, una infinita serie de imágenes vistas que trenzan el tiempo hasta el límite. Dónde ver la marca temporal con mayor precisión, ¿en el patrón de las revistas Burda? ¿en la plantilla de unfotolog?. El desafío propuesto se resuelve cuando notamos que siempre el rostro da cuenta de la historicidad compleja que lo atraviesa. Sólo que hoy el tiempo parece ser más bien una cinta de Moebius. Cada artista selecciona sus referencias, y las da a ver en la propia obra: la infancia que no es el Edén, la moda y las pantallas formateando cuerpos, temporalizando la memoria.
En el recorrido de la muestra, lo que perturba la calma de la mirada es quizás el modo en que la hibridación de los lenguajes (la moda, la tecnología, la imagen escolar, el retrato clásico, la iconografía onírica) pone en cuestión, actualizándola, la pregunta frente a la visión del rostro humano: ¿qué expresa? ¿Qué dice? La obra de estos artistas jóvenes, revisita esa relación clásica del rostro como “espejo del alma”. Lo que las nuevas formas del retrato traen consigo, son nuevas formas de mirar: perdida el aura que describió Walter Benjamín, la época nos arroja lejos de toda trascendencia. Hoy volver a mirar retratos implica tomar nuevos riesgos, entonces, ¿qué clase de rastro inmaterial se inscribe hoy en el rostro humano? ¿Qué de nuestra compleja interioridad , se deja ver en estos retratos?¿de qué manera?
En todo caso, lo bello no es ya neutro e inmóvil, reflejo de lo bueno. En estas épocas turbulentas, lo bello es lo vivo. La metáfora sigue vigente: una interioridad compleja (voluble, ansiosa, reprimida, única) busca caminos y formas para salir afuera. El fantasma se manifiesta, el espíritu se encarna. Por eso lo que nos mira no es inexpresivo sino todo lo contrario. A riesgo de no conquistar ninguna inmortalidad, los modos nuevos del retrato dan cuenta de lo humano.
Ante los retratos, el rostro de frente, podemos ver la vulnerabilidad más desnuda y desprotegida de la humanidad. En esa aproximación al cuerpo del otro, la piel del rostro es la que se mantiene más desnuda, más desprotegida. La más desnuda, aunque con una desnudez decente. La más desprotegida también: hay en todo rostro –incluso detrás o debajo del más producido- una pobreza esencial. Poses o artilugios sólo resaltan la la vulnerabilidad. El rostro está expuesto, amenazado, como afirma Levinas, “invitándonos a un acto de violencia, y al mismo tiempo, el rostro es lo que nos prohíbe matar”.

Daniela Gutierrez




Alberione, Iturralde, Gachi Prieto, Soibelman, Fernández, Torres, Garibotti

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